Sigue ausente en
Argentina una política de desarrollo agropecuario balanceado y sustentable.
Predomina en cambio la expansión salvaje de monocultivos transgénicos que
reducen peligrosamente la diversidad de productos, incentivan los desmontes,
destruyen los suelos, y contaminan con plaguicidas el ambiente y las personas.
En Argentina se siguen enfermando y muriendo niños, adolescentes y adultos
porque las pequeñas dosis de plaguicidas rompen sus sistemas hormonales y
afectan sus sistemas inmunes mientras los gobiernos privilegian la recaudación.
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